Se caracteriza clínicamente por deterioro cognitivo, una variedad de síntomas neuropsiquiátricos y restricción de las actividades de la vida diaria.

La atención, la velocidad psicomotora, la memoria, la orientación y las funciones ejecutivas como pensamiento, juicio y conducta pueden estar afectadas; puede presentarse ansiedad, delirio, alucinaciones, agitación, irritabilidad y/o trastornos del lenguaje.

El Alzheimer se caracteriza por depósitos de la proteína beta-amiloide fuera de las neuronas y fibras anormales de la proteína tau que se acumulan dentro de las neuronas.

De acuerdo con el World Alzheimer Report de 2016, hay 47 millones de personas que viven con demencia en todo el mundo. La enfermedad de Alzheimer es la causa principal y representa entre un 60 a 80% de todos los casos.

La enfermedad de Alzheimer en general no muestra alteraciones tipo micro infartos, como sí aparece en la demencia senil de origen vascular, donde múltiples micro infartos van generando pérdida neuronal y producen sintomatología muchas veces similar a la del Alzheimer.

También es posible que ambas enfermedades coexistan en un paciente.

Los estudios neurofisiológicos relacionados a eventos pueden contribuir de una manera significativa a discriminar estas dos patologías que generan demencia senil y de esta manera seleccionar el tratamiento más adecuado.